El comienzo de la temporada del Real Murcia ha estado marcado por una serie de situaciones y acontecimientos que derivan a una posición en la tabla clasificatoria muy fuera de lo común, pero entre semanas de angustia y desconcierto, hay un futbolista que se ha mantenido a flote sin importar el eco de su alrededor, Jorge Mier.
El lateral diestro, o central en estos últimos encuentros, atraviesa por un momento especial. Siente que tiene que hacerse valer en un momento donde el equipo no encuentra el ánimo. Con Joseba Etxeberría, Mier aparecía en muchas ocasiones desde el costado aunque con un enfoque más ofensivo incluso encontrando su hueco en el centro de la medular.
La obsesión por ser grande
Sin embargo, el carácter del ex del Amorebieta va mucho más allá de la posición que se le presupone al comenzar los partidos. Jorge Mier tiene hambre, es ese perro de presa que te acecha y no tiembla en el choque, ese futbolista capaz de destruir y crear a la par. Un futbolista que no hace prisioneros y te arrebata cualquier oportunidad que tu cabeza haya podido plasmar en cualquier situación del partido.

Un chico joven, con mucha carrera por delante y con ambiciones muy grandes. Desde que llegó al Real Murcia ha sentido el calor de la afición en todo momento, sabe lo que es marcar con la camiseta grana y de una forma u otra, siente la responsabilidad que hay al vestirla. Jorge Mier llegó a la entidad con el objetivo de devolver al Real Murcia al fútbol profesional y pone todo su empeño para conseguirlo.
La situación en lo colectivo no es lo que se esperaba en pretemporada, pero Jorge Mier se mantiene fuerte y compite al máximo nivel para evitar el desastre. El público murciano valora la lucha que ofrece el futbolista y entienden que en lugar de buscar culpables, hay que motivar a la plantilla siguiendo el ejemplo de Jorge Mier.



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