El brasileño ha pasado de rozar la cima del fútbol mundial a enfrentarse a su temporada más desafiante. Pero su ambición sigue intacta.

De favorito a decepción
El 28 de octubre de 2024, el mundo del fútbol esperaba escuchar un nombre: Vinicius Junior. Venía de una temporada brillante, llena de goles, títulos y momentos que quedarán en la historia. Pero el Balón de Oro se lo llevó Rodri, y el brasileño se quedó sin el premio que parecía suyo.
Su respuesta no tardó en llegar. En sus redes escribió: “Lo haré diez veces si hace falta. Ellos no están preparados.” Una frase corta, pero con el mensaje de siempre: Vinicius no se rinde.
El peso del personaje
Desde entonces, cada partido ha sido una prueba. El jugador que un año antes parecía imparable empezó a convivir con críticas, comparaciones y hasta silbidos. Muchos quisieron ver en él a un futbolista en declive. Pero si algo ha demostrado Vinicius desde que llegó a Madrid es que no sabe rendirse. Su carácter es el mismo: desafiante, competitivo y eléctrico.
Incluso Cristiano Ronaldo salió en su defensa:
“Vinicius merecía el Balón de Oro.”
Un guiño que sirvió como recordatorio de lo que es: un futbolista hecho para los grandes escenarios.
Entre la gloria europea y la irregularidad en casa
En Europa, el brasileño volvió a ser decisivo. Cada partido grande lo devolvía a su versión más peligrosa. Pero en la Liga, su impacto fue menor. La llegada de Xabi Alonso y Mbappé cambió el equilibrio del equipo: el juego es más colectivo, y el protagonismo ya no recae en una sola figura. Vinicius tuvo que adaptarse, y no siempre fue fácil.
Una nueva versión de sí mismo
Pese a los altibajos, los números demuestran que sigue siendo clave. Ha firmado cinco goles en diez jornadas, su mejor inicio liguero desde 2021. Ya no se limita al regate o la velocidad: ahora busca ser más inteligente, más asociativo, más completo. Pero la ambición sigue intacta. Su reacción al ser sustituido en el Clásico lo dejó claro: Vinicius no quiere descansar, quiere demostrar que sigue siendo el motor del Madrid.
El fuego sigue ahí
Doce meses después de rozar el Balón de Oro, Vinicius no persigue revancha, sino evolución. Quiere dejar atrás la etiqueta de promesa para consolidarse como líder en un equipo lleno de estrellas.
Sigue siendo el mismo chico que se atrevió a desafiar al mundo, solo que ahora entiende que el fútbol también se gana con cabeza.
Puede que este año haya sido el más duro de su carrera, pero también el que más lo ha hecho crecer. Porque si algo ha quedado claro es que Vinicius nunca se apaga: solo está recargando el fuego.



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