Las palabras de Lamine Yamal antes del Clásico encendieron al Real Madrid, que respondió con carácter, fútbol y un mensaje final: en el Bernabéu, hablar cuesta caro.

En Valdebebas lo sabían: este Clásico no sería uno más.
Las declaraciones de Lamine Yamal en los días previos —acusando al Madrid de “robar y quejarse”— no cayeron en saco roto. En el vestuario blanco se encendieron todas las alarmas. “¿Querían guerra? Pues guerra”, se escuchó más de una vez en los pasillos del club. El mensaje estaba claro: nadie iba a mirar hacia otro lado ante una provocación así.
El fuego antes del partido
Xabi Alonso, prudente, prefirió no entrar en polémicas en la rueda de prensa previa. Pero dentro del vestuario, el discurso era otro: “Habrá respuesta, y será en el campo.” Lamine había tocado una fibra sensible. Su comentario, dicho con ligereza en la Kings League, había despertado algo más profundo: el orgullo herido de un equipo que no olvida. Las derrotas del año pasado ante el Barça aún escocían, y esas palabras sirvieron de chispa para alimentar la revancha.
En el Bernabéu, la atmósfera se notó desde el minuto uno. Cuando el nombre de Lamine sonó por megafonía, el estadio rugió con una pitada monumental. Era la bienvenida que el madridismo tenía preparada para su nuevo “enemigo número uno”.
Tensión hasta el final
Durante el partido, cada balón que tocaba el joven azulgrana era recibido con una bronca ensordecedora. La tensión crecía a cada minuto, y cuando el árbitro señaló el final, todo estalló.
Carvajal fue el primero en acercarse a Lamine para reprocharle sus palabras. Luego se sumaron Courtois, con gesto serio, y Vinicius, que puso el broche al enfrentamiento con su carácter habitual. No fue casualidad: todos tenían cuentas pendientes con él.
La guerra también se jugó fuera del césped
Bellingham, fiel a su estilo, no necesitó levantar la voz. Publicó en Instagram una imagen suya con los brazos abiertos y un mensaje que lo decía todo: “Talk is cheap. Hala Madrid siempre.” (Hablar es barato. Hala Madrid siempre). El inglés, que había sido protagonista con gol y asistencia, cerró la polémica con elegancia y autoridad.
Un mensaje claro: el Madrid no se achica
El Clásico dejó algo más que un resultado. Dejó un aviso: este Madrid no se esconde, no olvida y no se deja provocar. Lamine encendió la mecha, pero fueron los blancos quienes terminaron el fuego… sobre el campo y en el marcador.
Porque cuando el Madrid siente que le faltan al respeto, no responde con palabras.
Responde ganando.



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