El Sporting de Gijón vive días complicados. La dolorosa remontada sufrida ante el Albacete en El Molinón dejó algo más que tres puntos perdidos: provocó tensión en el vestuario, dudas en la grada y la sensación de que la temporada podía torcerse demasiado pronto.
Según ha trascendido, en el propio túnel de vestuarios hubo momentos de nerviosismo, discusiones y reproches entre compañeros tras dejar escapar una ventaja que parecía encarrilar el triunfo. Sin embargo, el lunes la plantilla decidió dar un paso al frente en Mareo: reunión larga, palabras claras y, sobre todo, un pacto de unión para tratar de reconducir la situación.
La consigna es una: remar todos en la misma dirección. Cuerpo técnico y jugadores acordaron dejar a un lado reproches y centrarse en el objetivo común: recuperar la confianza y volver a sumar victorias que devuelvan la calma al entorno rojiblanco.
El Sporting sabe que El Molinón aprieta como pocos estadios, pero también que la afición exige compromiso y resultados. Con la crisis ya desatada en los titulares de prensa, el vestuario busca blindarse y responder en el césped.
La visita del próximo fin de semana a Castellón se antoja clave: no solo por los puntos en juego, sino por la necesidad de enviar un mensaje claro a su gente. Mareo ha sellado la conjura; ahora queda demostrar que las palabras se convierten en hechos.



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