Bermellones y colchoneros se veían las caras en la jornada correspondiente a la número 5 en el Estadi Mallorca Son Moix. Un punto que sabe a oro para los locales.

El fútbol suele tener algo de épica cuando los equipos modestos se enfrentan a gigantes de la competición. Este domingo, el RCD Mallorca recibió al Atlético de Madrid en Son Moix en un encuentro vibrante, lleno de tensión, polémica y emoción hasta el último minuto. El empate 1-1 sabe a triunfo para los bermellones, que pelearon con carácter y fueron capaces de levantarse en las adversidades.
Primer tiempo: resistencia y un héroe bajo palos
El Atlético saltó al césped con la intención de imponer su ley desde el inicio. El dominio de los madrileños fue evidente en los primeros compases: más posesión, más aproximaciones y la sensación de tener el partido bajo control. La primera gran oportunidad visitante llegó con un penalti a favor tras una mano de Raíllo en el área. Julián Álvarez tomó la responsabilidad desde los once metros, pero ahí apareció la figura de Leo Román. El guardameta del Mallorca adivinó la dirección del disparo y mantuvo vivo a su equipo con una intervención que terminó siendo decisiva.

Ese momento dio aire a los de Jagoba Arrasate, que empezaron a asentarse en el partido pese a la lesión de Kumbulla, obligando a recomponer la defensa. Aun así, los locales apenas pudieron inquietar a Oblak en una primera mitad dominada por los colchoneros.
Segunda parte: expulsión, golpe rojiblanco y reacción bermellona
Tras el descanso, el guion no cambió demasiado: el Atlético trataba de imponer su ritmo y el Mallorca buscaba resistir. Sin embargo, el choque dio un giro inesperado en el minuto 71. Sorloth, que había ingresado desde el banquillo, fue expulsado por una dura entrada sobre Raíllo tras la revisión del VAR. La inferioridad numérica parecía complicar el panorama visitante, pero lejos de hundirse, los rojiblancos se adelantaron gracias a Conor Gallagher, que cazó un balón suelto dentro del área para hacer el 0-1.

El golpe pudo ser definitivo, pero el Mallorca no bajó los brazos. Empujados por su gente y con un Virgili muy activo por la banda, los bermellones encontraron la recompensa en el minuto 84. Un centro perfecto del canterano encontró la cabeza de Vedat Muriqi, que no perdonó ante Oblak. El estadio estalló con un gol que hacía justicia al esfuerzo local.

Un empate que vale más que un punto
El 1-1 final dejó sensaciones contrapuestas. Para el Atlético, que falló un penalti y no supo administrar su ventaja, el empate supone otro paso atrás en sus aspiraciones. Para el Mallorca, en cambio, el punto tiene un valor incalculable: refuerza la moral del vestuario, confirma el buen estado de forma de Leo Román y devuelve el protagonismo a un Muriqi que siempre aparece en los momentos importantes.

El Estadi Mallorca Son Moix despidió a los suyos con una ovación. No era una victoria, pero lo parecía. A veces, los empates saben a oro, y este fue uno de esos casos.



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