La dirección y mando del técnico brasileño han sido claves para que el equipo acabase entre los cuatro mejores conjuntos del torneo .
Renato Gaúcho, también conocido como Renato Portaluppi, es el actual entrenador del Fluminense, equipo brasileño que representó a Sudamérica en el Mundial de Clubes. Más que un simple técnico, Renato es una figura carismática del fútbol brasileño, tanto por su trayectoria como jugador como por su estilo particular desde el banquillo.
Un ídolo del fútbol brasileño
Renato fue un destacado delantero en los años 80 y 90. Jugó en clubes como Grêmio, Flamengo y Fluminense, y también fue parte de la selección brasileña. Es especialmente recordado por su actuación en la Copa Libertadores de 1983 con Grêmio, y por su personalidad extrovertida que lo convirtió en un personaje único dentro del deporte.

Como técnico, ha logrado consolidarse como uno de los entrenadores más respetados del país. Su etapa más exitosa fue al frente de Grêmio, donde ganó la Libertadores en 2017, devolviendo al club a la élite continental.
Su regreso al Fluminense
En esta nueva etapa con el Fluminense, Renato asumió el desafío de liderar al equipo en un momento histórico: su participación en el Mundial de Clubes. Bajo su dirección, el “Flu” compitió de igual a igual contra los mejores equipos del mundo, con un estilo de juego ofensivo y una plantilla sólida, hasta llegar a las semifinales y caer derrotado por el campeón del torneo, el Chelsea.

¿Cuál es el secreto detrás de esta gran hazaña? La respuesta es que ninguno, solo que Renato ha sabido combinar su experiencia como exjugador con una estrategia clara en el campo. Apuesta por la posesión del balón, la presión alta y el juego por las bandas, aprovechando al máximo jugadores como Ganso, André y Jhon Arias.
La dirección y mando del técnico brasileño han sido claves para que el equipo acabase entre los cuatro mejores conjuntos del torneo. A pesar de no alcanzar la gloria máxima, Renato Gaúcho dejó a Fluminense en el Mundial de Clubes con la cabeza bien alta, demostrando que con liderazgo, identidad y convicción, un equipo sudamericano aún puede plantarse con dignidad ante las potencias del fútbol mundial.



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