En el Real Madrid, los grandes cambios rara vez pasan desapercibidos. El empate ante Al Hilal en el debut oficial de Xabi Alonso como entrenador, más allá del marcador, expuso una realidad futbolística que preocupa en Valdebebas: el centro del campo del nuevo Madrid no funciona como antes. Y lo que está en juego no es solo la transición de una era, sino la identidad misma del juego blanco.
Una herencia sin relevo claro
Durante más de una década, el mediocampo del Madrid fue sinónimo de control, inteligencia y jerarquía. La “CMK” (Casemiro, Modrić, Kroos) representó el equilibrio perfecto entre destrucción, construcción y creatividad. Con Casemiro fuera desde 2022, Kroos recién retirado y Modrić en un papel cada vez más residual, la pregunta es inevitable: ¿quién dirige ahora el juego?
Xabi Alonso apostó en su estreno por una medular joven y potente: Tchouaméni, Valverde y Bellingham. Los tres son futbolistas de talla mundial, pero ninguno parece, al menos por ahora, tener el perfil de organizador clásico. La consecuencia fue un equipo largo, acelerado y por momentos sin dirección, con más ímpetu que ideas.
¿Un problema de perfiles o de sistema?
El problema no está solo en los nombres, sino en el modelo. Xabi Alonso, formado como técnico en Alemania y con influencias de Klopp, Nagelsmann y Guardiola, busca un fútbol más dinámico y vertical que el Madrid de Ancelotti. Sin embargo, el ADN del club ha girado históricamente en torno al dominio del medio, incluso en versiones más reactivas.
La pregunta entonces es doble: ¿puede funcionar un Madrid sin un organizador puro? ¿O necesita Xabi Alonso ajustar su sistema a los recursos reales que tiene, incluso si ello supone frenar su evolución táctica?
La identidad en juego
Más allá del resultado puntual, lo que se vio ante Al Hilal es una señal: el Madrid aún no ha resuelto la ecuación de su nuevo mediocampo. Sin un jugador que piense el juego, el equipo corre el riesgo de perder su capacidad para controlar partidos, algo fundamental en torneos largos y compromisos de alto voltaje.
Xabi Alonso tiene el crédito intacto. Su visión es prometedora, su liderazgo está fuera de duda. Pero el corazón de su equipo, el mediocampo, necesita más que juventud y energía. Necesita estructura, ideas, y una brújula que marque el norte del juego blanco.



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