El delantero checo del Bayer Leverkusen siempre ha tenido cierta tendencia a los goles en los últimos minutos de los partidos, aunque no fue hasta la temporada pasada cuando estos tantos comenzaron a tener un gran impacto en los resultados de sus equipos

Hay muchos futbolistas que nacen con un don. El entendimiento del juego, como el que tenía Xavi Hernández. Las paradas milagrosas, como las de Iker Casillas. El regate, como Lamine Yamal. Los goles de cabeza, como Santillana. O directamente, el de ser indefendible, como lo eran Leo Messi o Maradona. Sin embargo, no hay mejor sensación que anotar el gol de la victoria de tu equipo en la última jugada del partido. Y en eso, Patrick Schick sí que tiene un don.
Hay que recordar que el término ‘clutch’ está más arraigado en el mundo del baloncesto. En este contexto, se considera ‘clutch’ aquellas situaciones de partido en las que restan cinco o menos minutos para el final del mismo y el marcador en ese momento no dista en más de 5 puntos entre la puntuación de ambos equipos. En el mundo del fútbol no hay una medida exacta, aunque se podría extrapolar a aquellos partidos que ya han superado el minuto 85.
Schick siempre ha sido un delantero con gol en este tipo de situaciones, pero la importancia de sus goles nunca había sido determinante en el marcador final de los partidos. Durante su etapa inicial en República Checa solo logró anotar un gol en los instantes finales, pero este no tuvo impacto ninguno en el desenlace del encuentro. En Italia, donde jugó tres temporadas entre Sampdoria y Roma, logró anotar cinco goles de estas características, aunque al igual que en su etapa anterior, ninguno de ellos supuso la diferencia para su equipo. Por último, en sus cuatro primeras temporadas en Alemania (primero en el RB Leipzig y más tarde en el Bayer Leverkusen), también logró anotar hasta en cuatro ocasiones en el ‘clutch’. Y como habitualmente, ninguno de esos cuatro tantos sirvieron para decantar partidos. Todos estos goles servían para ampliar la distancia en el marcador cuando sus equipos iban ganando, o para recortar distancias, pero sin llegar a arañar ni un solo punto. Todo eran estadísticas vacías hasta este momento.

Sin embargo, todo cambió la temporada pasada. El Bayer Leverkusen, si por algo logró los títulos de forma invicta tanto en Bundesliga y Pokal, además de estar a punto de repetirlo en Europa League (perdieron 3-0 la final contra Atalanta), fue en muchas ocasiones gracias a remontadas milagrosas y a goles en los finales de partido. Y ahí es donde destacó Schick, quien por fin sumaría cifras en el ‘clutch’ para ayudar directamente a los resultados de su equipo.
Durante la 23/24, el ariete checo logró marcar un tanto de estas características en Bundesliga (2-1 vs Hoffenheim en la jornada 27). Su verdadero impacto, no obstante, lo tuvo en Europa League. Su eliminatoria frente al Qarabag en los octavos de final fue inmejorable. En el partido de ida en Azerbayán, Schick anotó el empate a 2 final en el 90+2’. Pero es que, en la vuelta en Leverkusen, el checo protagonizó una remontada histórica, anotando el 2-2 que les mandaba a la prórroga en el 90+3’ y el 3-2 para dar el pase a cuartos en el 90+7’ del descuento.
Esta temporada, Schick tampoco ha pasado desapercibido. A estas alturas, el espigado delantero lleva 23 goles en todas las competiciones. De esos 23, tres han llegado en los últimos minutos de partido y todos ellos han sido decisivos para los resultados del Leverkusen. Comenzó muy pronto. En la Supercopa alemana, allá por el mes de agosto, al checo solamente le hicieron falta 17 minutos para ser decisivo. En el 88’, cuando su equipo caía por 1-2 ante el Stuttgart, Schick anotó el gol del empate y llevó el partido a una tanda de penaltis en la que, finalmente, su equipo acabaría levantando el trofeo.
Su segundo gol de este tipo llegó también en una competición copera como la Pokal. Tras ir perdiendo 0-2 en el minuto 60 en los cuartos de final frente a un equipo de Bundesliga 2 como el Colonia, Schick apareció en el 61’ para hacer el 1-2 (gol que no cuenta como ‘clutch’) y, en el 90+6’ del descuento, subió al marcador el empate a 2 que forzaba la prórroga. Una prórroga, por cierto, en la que acabarían anotando otro gol, clasificándose de esta forma a las semifinales del torneo donde aún siguen vivos.

El último de estos goles llegó en la última jornada de Bundesliga disputada hasta la fecha. El Bayer Leverkusen caía por 3-1 en casa del Stuttgart, complicándose todavía más sus aspiraciones por revalidar el título de liga donde el Bayern ya parecía claro candidato a ganarla. Sin embargo, un tanto de Hincapié y otro en propia puerta en los minutos finales parecían ser suficientes para arañar un punto. Un punto que, finalmente, se convirtieron en tres cuando de nuevo, Schick, anotaba el 3-4 final en el 90+4’. Un gol que, más allá de la remontada, significaba cerrar la brecha respecto al Bayern de Múnich en 6 puntos tras el empate de los bávaros en Berlín. Una distancia que sigue siendo complicada de reducir, pero que ya no son los ocho puntos que les separaban hasta hace dos jornadas.
Además, viene de marcar en el 85′ el 2-1 que le dio la victoria a República Checa en su último encuentro disputado el pasado sábado 22 frente a las Islas Feroe. Con este tanto, su país suma sus tres primeros puntos de cara a su clasificación para el Mundial de 2026. Otro más para su cuenta personal.
Quizás no sea el delantero con más importancia para Xabi Alonso en cuanto a minutos, pero Patrik Schick está demostrando ser un salvavidas más que crucial para el desempeño del Bayer Leverkusen en los últimos tiempos.



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