La llegada del italiano al banquillo de la Vecchia Signora, tras un gran papel en Bolonia, alimentó unas expectativas que han terminado siendo una losa muy pesada para el club turinés

Está claro que la Juventus lleva tiempo sin ser la que era. Quedan ya muy lejos, y eso que no fue hace tanto, aquellos años de dinastía por parte de las Juventus de Conte y Allegri que arrasaba temporada tras temporada en Italia. Incluso que, en un par de ocasiones, pisó la final de la Champions League, pese a que Madrid y Barça les recordaran lo difícil que es ganarla.
La temporada 19/20, bajo los mandos de Maurizio Sarri, fue la última campaña en la que la Juventus logró alzarse con el Scudetto. En esa Juve aún quedaban argumentos de peso para pelear por lo más alto: El tridente Buffon, Bonucci y Chiellini aún seguía siendo muy fiable al más alto nivel. En el centro del campo, Pjanic llevaba la batuta del equipo. Pero es que arriba acababa de aterrizar un tal Cristiano Ronaldo procedente del Real Madrid, quien tendría como escudero a Paulo Dybala. Casi nada.
Sin embargo, Sarri se marchó de la Juventus a final de esa temporada y, desde entonces, en Turín se han tenido que comer temporadas verdaderamente grises. Primero, tras una temporada con Pirlo y, estas últimas tres temporadas, bajo la tutela de un Allegri al que su currículum anterior en el club juventino le quedó grande. Un equipo que, pese a estar cerca de competir por títulos en Italia, jugaba a un fútbol ramplón muy alejado de las capacidades que tenía su plantilla. Pese a ello, Allegri duró tres temporadas en Turín.

Tras su salida el pasado verano, llegaba al club Thiago Motta. Un entrenador poco curtido en la máxima élite pero que, en su último año al frente del Bolonia, había logrado clasificarse a la Champions. Una verdadera hazaña para un club que llevaba desde 1964 sin jugar la máxima competición europea a nivel de clubes. Y lo hizo con un estilo de juego muy vistoso, donde las mayores figuras del equipo fueron Zirkzee (Manchester United) y Calafiori (Arsenal).
Si la llegada de Motta ya generó altas expectativas, el verano todavía las subiría aún más. La Juventus, tras varios mercados sin hacer un esfuerzo económico destacable en los mercados de fichajes, invirtió 168 millones de euros para reforzar su plantilla. Teun Koopmeiners (Atalanta), Douglas Luiz (Aston Villa), Khépren Thuram (Niza), Di Gregorio (Monza), Nico González (Fiorentina) o Francisco Conceição (Oporto) fueron algunos de los fichajes más importantes del pasado verano. Cierto es que hubo bajas importantes, como la salida de Chiesa al Liverpool, la retirada de Szczesny en portería o la finalización del contrato de Rabiot. Sin embargo, parecía que la Juventus salía ganando en este mercado de traspasos.
La temporada inició con un buen arranque. Hasta comienzos de octubre, la Juventus encadenó tres triunfos y tres empates en las seis primeras jornadas de Serie A. Todo ello sin encajar ni un solo gol. En ese entonces se situaron segundos en la tabla, por debajo de un Nápoles que comenzó (y continúa a estas alturas) a un gran nivel. Mientras tanto, en Champions lograron dos triunfos en las dos primeras jornadas de la fase de liga. Con la esperanza de que el buen juego llegase con el paso de las jornadas, los resultados hasta ese momento eran prácticamente inmejorables.
Las jornadas iban sucediéndose. La Juventus, pese a no caer derrotada, acumulaba muchos empates, lo que poco a poco fue distanciándole de equipos como Inter o el propio Nápoles. Al menos hasta enero, el balance no se puede decir que fuera malo. Si bien es cierto que las sensaciones que dejaba el equipo en el terreno de juego no eran las mejores, los resultados aún daban cierto rédito a un Motta que, hasta ese momento, aún no había perdido ningún partido de liga, tenía un balance de 3 victorias, 2 empates y una derrota en Champions; y había superado la ronda de octavos de la Coppa Italia.

La plaga de lesiones en defensa obligó a la Juventus, de nuevo, a acudir al mercado de fichajes de enero para incorporar a algún jugador que pudiera rendir a buen nivel. La cesión de Renato Veiga (Chelsea) y los fichajes de Lloyd Kelly (Newcastle United) y Alberto Costa (Vitória de Guimarães) llenaban los huecos en defensa. Sin embargo, la incorporación que más rendimiento está dando hasta la fecha es la de Randal Kolo Muani. La Juve trajo en calidad de cedido al delantero francés, que no estaba gozando de muchos minutos en el PSG. Este vino para complementarse con un Vlahovic que no está rindiendo al nivel que pagaron en su día al traerlo desde Florencia.
Pues bien, desde enero, la Juventus ha sido un desastre en gran parte de sus encuentros disputados. En primer lugar, su participación en la Supercopa fue efímera. Una remontada frente al Milan le mandó a casa a las primeras de cambio. En Champions, un empate y una derrota en las dos últimas jornadas de la fase de liga les mandó hasta la vigésima posición, teniéndose que medir las caras en dieciseisavos frente al PSV. En el campeonato de liga, llegaba la primera derrota frente al Nápoles en la jornada 22.
Ya en febrero, la Juve sufriría otros dos varapalos más. Pese a que en liga contase por victorias todos sus partidos del mes, en Europa caía eliminado tras caer en la prórroga en el partido de vuelta frente al PSV. Un drama absoluto que escuece más vista la eliminatoria que han sufrido los neerlandeses frente al Arsenal en octavos (9-3 en el global). Pero apenas una semana después de la eliminación en Champions, los de Motta caían en cuartos de final de Coppa Italia frente a un equipo que está luchando por el descenso como es el Empoli, que encima rotó a su equipo titular en ese partido contra la Juventus. Un desastre absoluto.

Thiago Motta llega a marzo cuestionado por todo el mundo en Italia, incluso los aficionados de su propio equipo están siendo muy críticos con el ex de Barça y PSG, entre otros. La directiva, sin embargo, sigue apostando por él pese a haber perdido toda opción de tocar metal esta temporada. No obstante, las últimas dos derrotas consecutivas frente a Atalanta (0-4) y Fiorentina (3-0) sí que parecen haber dejado tocado al técnico italiano antes de un parón de selecciones en el que la Juventus, hoy en día, se encuentra 5º clasificado con 52 puntos, a 12 del Inter que es el líder, y apenas a 5 de un Milan que ahora mismo es 9º clasificado, fuera de puestos europeos. Con la gran inversión que hizo la Juventus a comienzos de temporada, no clasificarse para la Champions supondría un agujero económico a tener en cuenta.
Es precisamente en este parón cuando la directiva de la Vecchia Signora tiene que tomar la decisión de echar o mantener a Motta, puesto que el posible nuevo técnico tendrá algunos días para trabajar con el equipo. Los candidatos que suenan con más fuerza para hacerse con el banquillo de la Juve la próxima temporada son Pioli, Conte, De Zerbi y Mancini. Todos ellos, en principio, llegarían para la próxima campaña puesto que todos mantienen su cargo como entrenadores en distintos equipos. Por supuesto, todo dependerá de las sensaciones que deje el equipo de aquí hasta el final de temporada. Si la Juventus logra finalmente clasificarse para la próxima Champions, es probable que Motta se mantenga, al menos, una temporada más en el banquillo. Para hacernos una idea de lo que ha bajado el listón la Juventus en apenas un lustro.



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